sábado, 7 de mayo de 2011

Un títular, una guerra.

En la mesa junto al desayuno, en el tranvía, sobre la mesa en la oficina, en los parques, por la calle, en restaurantes, bares, cafeterías y en las casas. La prensa sensacionalista se comportaba como un gigantesco pulpo que llegaba a todas partes de los EEUU. Con sus titulares llamativos, con palabras agresivas escritas con caracteres tipográficos atractivos, resaltando los vocablos con colores vistosos y aumentando su grosor. Imágenes provocativas, ilustraban sus portadas fascinando al público que la consumía de forma abrumadora, dejándose influir por su contenido. La opinión ciudadana parecía vulnerable ante los “mass media” que comenzaban a aparecer teniendo unos efectos tan eficaces como peligrosos. Randolph Hearst, indudablemente se encontraba en la cresta de ésta ola periodística y vio en el incidente del Maine, una oportunidad única de negocio. “El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del enemigo”, éste fue el titular de la prensa de Hearst al día siguiente de la explosión, de fondo, una escalofriante imagen de un barco agonizando entre las llamas y los destellos, los soldados estadounidenses muertos ocupan un primer plano de la ilustración y los españoles, rudimentariamente representados, parecen tener un comportamiento jocoso del acontecimiento. Durante los sucesivos días, imágenes similares con titulares que desprendían un tangible odio anti-hispánico que inundaba las mentes yankees que impulsaban al presidente McKinley a iniciar una ofensiva precipitada. Los españoles, representados con ridículos y coloridos trajes de toreros, con aspecto desaliñado y gestos humillantes, hacían referencia a un enemigo débil, mientras que los americanos eran representados con hombres robustos, llevando amplias banderas y disparando potentes piezas de artillería. La guerra resultaba inevitable, podría haberlo sido, si la población estadounidense no estuviera ya envenenada con un ardiente sentimiento patriótico alimentado por la prensa amarilla. No hubo tiempo para reflexión, la gente exigía una respuesta inmediata y esa respuesta se traducía en la amputación colonial de España. Ésta era la primera vez que el papel impreso se convertía en una innovadora arma política de indudable efecto sobre las masas, pero no sería la última.

-J.Tejada Mtez.

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